Las influencias que recibe un niño hasta los doce años marcan el rumbo que seguirá durante el resto de su vida. Los padres, obviamente, desempeñan un rol determinante, junto con sus familiares cercanos. Además, la escuela y la congregación religiosa hacen un aporte significativo en su formación. Pero en la sociedad contemporánea, muchos niños crecen en familias incompletas o disfuncionales, y a la vez no gozan de los beneficios que ofrece una comunidad cristiana. ¿Dónde podrán recibir y asimilar los niños los principios y valores de una formación basada en la Biblia y centrada en Jesucristo para que su vida sea digna y útil? Es aquí donde los maestros cristianos pueden brillar como guías y modelos de una fe dinámica orientada al servicio y proyectada hacia la vida eterna.